El Restaurante Italiano Capperi ya es todo un clásico del Barrio Italia en Santiago. Es por ello que aunque tenía muchas ganas de conocerlo, me había sido esquivo pues generalmente hay que reservar y en ello soy poco disciplinada.
LLegué un sábado al almuerzo, todas las mesas llenas. Luego de esperar un poquito logro sentarme en una mesa del patio interior. Lo primero que llama mi atención es el individual de papel que dice VINO PECORINO. ¿Pecorino? ¿no es un queso? - me pregunté.
Y si ustedes se preguntaron lo mismo, sepan que no, que Pecorino significa "oveja" y, en este mantelito Franco, dueño del local, nos cuenta de este vino, de sus recuerdos de infancia en Abruzzo, su tierra natal y lo feliz que lo hace poder ofrecer a sus clientes este aromático vino blanco que como él define "fue su primer amor y el primer amor nunca se olvida".
Con esa introducción no hace falta contarles que pedí una copa de Pecorino, había que probarlo sin duda. Antes de ello y para abrir el apetito, un Aperol Spritz perfectamente elaborado y sabroso que acompaño mis croquetas de risotto atomatadas y rellenas con un poco de mozarella.
Animada y con ganas de probar más, pedí unos ravioles rellenos de merluza , que vienen con camarones, almejitas, choritos y una cantidad generosa de aceite de oliva. Intensos sabores mediterráneos y a mar. Acompañé mi plato con la copa de Pecorino, un vino que tiene cierta similitud con el Viognier por sus notas florales, de color dorado, acidez media + y un toque salino que hizo perfecto el maridaje.
Casi satisfecha y evaluando si pedir o no un postre, pido nuevamente las cartas y veo que cuentan con una variedad de vinos por copa encantadora, vinos italianos que no son fáciles de conseguir por aquí: Lambruscos, Prosecco, Chianti, Barbera, Pinot Grigio y Rosso Piceno, otro vino con una historia particular que podrán leer en otro de los mantelitos del local.
Tentada al ver ese Píceno, del que no había oído antes, me tenté con una copa, un vino seco de acidez alta, de color granate profundo y aromas a fruta negra, higo, licoroso. Está elaborado a partir de Sangiovese y Montepulciano.
Como ninguna felicidad es eterna, llega el momento del poste: el tiramisú y un expresso, ambos bien elaborados, terminando con un bajativo de Genciana, de la casa.
Capperi tiene un público muy fiel y variado. Un ambiente agradable y una carta amplia, con picoteos donde además de las croquetas de risotto les puedo sugerir el queso mozarella y el carpaccio de pulpo. Y para los platos principales .... muchas opciones de pizza, de esas de masa delgada, pastas rellenas, opciones vegetarianas también.
Pues bueno, en resumen, un lugar muy recomendable y sobre todo una forma de darnos un viajecito a Italia a través de sus sabores e historias.
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